19/7/15

Nunca lo sabré...

Aprendiendo a vivir

Días cansados, 24 horas no son suficientes, las semanas se pasan volando, los meses son tan fugaces que apenas nos damos cuenta de que han pasado. El mundo gira y no se detiene, la gente a mi alrededor sigue hacia adelante y yo estoy estancado, estancado en un mar de conflictos emocionales, de reclamos por falta de cariño, de falta de tiempo para la familia, de estancamiento profesional y yo sigo de brazos cruzados.
Pasan los días y mis días son una copia del anterior, una rutina que hasta el más paciente ya habría intentado cambiar, hasta el más calmo ya habría explotado, y yo sigo, persisto, mantengo mi rutina que ni siquiera se acerca a mi zona de confort, no es el lugar en el que quiero estar, realmente no es la vida que esperaba tener al cumplir esta edad, he hecho promesas que aún no cumplo, técnicamente no he dejado de cumplirlas tampoco, pues tengo tiempo de hacerlas. El problema es que ya no creo en mi, ya no creo en nadie, no creo en nada. Estoy lleno de emociones pero mi vida no tiene emoción, es aburrida, es tediosa, es vida aun así.
Se me pasan los días y me faltan los “te quieros” y me sobran los cigarros, las quejas, los berrinches, las endemoniadas tareas diarias y básicas, como respirar o vivir, incluso eso aburre ya, es siempre el mismo aire contaminado y vacío, acompañado de una calada al cigarro, un sorbo a la taza de café y una patada a la buena actitud para mantener esta de casi muerto. He estado todo este tiempo aferrado a la vida misma pero del lado equivocado. Cientos de veces, mientras veo como la gente a mi alrededor se mueve, se supera cada día, yo los supero en pereza, en falta de ganas, en quietud, en procrastinación. Por ratos me lleno de coraje y digo: hoy será el día que empiece a cambiar, hoy van a conocer a un nuevo yo, van a escucharme decir aquello que nunca le dije a mi mamá, a mi novia, a mis amigos, aquello que solo borracho uno se atreve a decir y por lo tanto, pierde total credibilidad (y ya no me emborracho entonces ni así lo digo). 

Hoy al menos lo diré, diré que te quiero mi madre, que siempre lo he hecho, que no siempre lo he demostrado y que casi nunca lo dije hasta ahora y en circunstancias bastante complejas como para dejar de sonar absurdo. Diré que quiero a mi novia como a nadie más, la respeto y la respetaré hasta el fin de los tiempos, que aunque la colme de reclamos y absurdeces, frías tardes aburridas, constantes ataques de dime que te diré, a ojos cerrados puedo decir que valoro cada segundo a tu lado y me gustaría no esperar nada a cambio pero lamentablemente somos humanos y así somos todos, siempre esperaremos algo a cambio.

Uno se olvida de ver la magia en los ojos, de ver unos ojos bellos y ve unos ojos que enjachan, reclaman y ocultan historias, ocultan una vida que a veces se me antoja ajena, distante y con ganas de huir. En esos momentos me lleno de incertidumbre y el resto de la historia es siempre el mismo, preguntas sin respuesta, preguntas acusadoras, reclamos y vueltas al asunto para saber al final que no voy a llegar a ningún lugar preguntando o preguntándome nada. Afligido como siempre, me pregunto cuándo será que todo va a cambiar y mejorar, cuándo iré a cambiar y mejorar, cuándo irás a cambiar y mejorar, y luego veo que ninguno sabe realmente qué debe cambiar o mejorar o si hay realmente algo que cambiar o mejorar.

Nunca he sabido si vamos hacia algún lugar, si a hemos llegado a ese lugar, si nos hemos pasado, o si apenas empieza, creo que nunca lo sabré con certeza, creo que nadie lo sabrá nunca.


La historia que empecé con una incógnita, termina con una afirmación y una certeza, que te amo, y me gustaría que fuese recíproco, que fuese equitativo, que fuese sin esperar nada a cambio… no es que desconfíe, pero creo que nunca lo sabré… 

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ya te lo apruebo, no desesperes...