29/3/10

después de un tiempo

después de un tiempo vino otro tiempo
como tenía que ser...
pero no fue para nada mejor
pero tampoco puedo decir que haya sido peor
fue otro tiempo nada más
sin embargo fue el tiempo para otras personas
pero en este otro tiempo
también fue otro tiempo para mi
pero solo pasó...
no dejó huella, no dejó mas que el recuerdo
por lo menos no en mi
la dejó pero no marcó mas que una pequeña parte
pero y cual es el punto
el punto es que todavía no se para donde voy
la cuestión con este tiempo es que...
por culpa de otros aprendí yo
pero no se que aprendí
o talvez si, pero todavía no se si es el punto
el punto es que el tiempo no tiene punto
el punto es que el punto no tiene tiempo tampoco
el tiempo no tiene punto pero ese tampoco es el punto
el punto es que en estos días de vacaciones...
(gracias a los católicos)
estoy de vago y me pagan por ello
el punto es que la gente se aferra a hacer cosas que
durante todo el año no hacen
como comprar cantidades gigantes de cerveza y guaro
como tomar más de lo normal porque los bares los cierran
cerrar los bares... para que si igual tomamos?
comer sardinas y atunes que se compran mucho mas caros de lo normal
que ya normalmente son caros
como rezar antes de comer (obvio cuando rezaron ya yo había comido y
como es de mala educación hablar con la boca llena)
hacen cosas como reunirse en grupos sumamente grandes y llorar porq
txus se murió o lo mataron
cosas como comer encurtido (encurtido??)
hacen cosas como irse para la playa, para que si no hay venta de birras
hacen cosas como ver las mismas viejas películas
yo prefiero ver peliculas de viejas...
lloran con la misma película año con año
mal actuada, mala trama, historias poco creíbles
o creíbles pero que pasaron hace ya miles de años
o que se inventaron hace miles de... a quien le importa?
la gente hace cosas como no comer carne
y los pescados, en realidad los mariscos en general
terminan pagando las consecuencias
hacen cosas como gastar mas de la cuenta en un paseo
en un almuerzo
en un cuarto de hotel
o de motel
no se si están abiertos los moteles pero si lo estuvieran yo pagaría uno
en fin...
todas estas cosas que a diferencia de todos los demás días
solo dos no hacen
ir al bar
comer carne de res
el resto todo es lo mismo de siempre
tambien me acorde de estas
van a misa toda la semana a esas sesiones larguísimas
casi interminables
se confiezan
y en base a esta última... para que contarle lo que uno hace
que de acuerdo el criterio de algunos no es correcto
(si... pecados)
y contarselos a otro humano que tambien los comete o cometera los suyos
mejor comete esa comida rapido o no hay postre
(eso me decían mis tatas en otro tiempo anterior a este)
y es q hablando de tiempos sale el famoso héroe de la otra columna
Tufemo, la diferencia de él es que su tiempo no ha sido lineal
y el si sabe que todas estas historias de ben hur y txuta y estos otros locos
pero dejémoslo en paz (a Tufemo) que después me cobran derechos de autor
el punto ahora será que ya me aburrí de escribir y dudo que alguno
haya llegado hasta aquí abajo leyendo
si no lo hicieron no me importa
si lo hicieron
tampoco me importa
y lo malo de estos tiempos es que por culpa de los católicos
no me dejaron comer carne
si es tanta la vara porque no clausuran los estantes o refrigeradores
donde almacenan la carne
además no permiten comer carne ni tomar birra en el asqueroso ambiente del bar
pero si hay HP's que se matan porque se caen mal o porque de todas forma
se compraron birras y chocaron o porque se confiaron en la playa y mamaron
con una ola gigante
pero eso está bueno de todas formas somos muchos y no todos tenemos derecho a vivir
lo mejor sería un superterremoto o una pandemia gigante
una tercera guerra o un meteorito (hay que ver donde mete el orito para luego sacarlo)
para que se muera la mayor cantidad de gente posible
aunque solosobrevivan los de plata pero al menos no tendrán en que gastarla
o pobres a quien presumirle
y si no hay pobres no habrà entonces una contraparte
asi que ellos tendrán que fungir de pobres
pobres los que lean esto

27/3/10

El Empacho y otras notas...



Les dejo esta entrega del compañero navegante y mas que co-dueño del bar de moe y de la columna en decadencia.
La historia del Empacho es así...
entendieron?

Ahora si, la historia de la columna es así…
Todo inició una mañana de Abril

Hay que pereza contarles… mejor se leen el libro, no cuenta la historia de cómo fue escrito pero si cuenta la historia de Raymond…
Eso es todo lo que les cuento, no se defraudarán

Bueno aparte del aporte aparte…
Les cuento que hace pocos días pasé por la desgracia de cumplir años, y es que desgracia por que todo me salió al revés de lo que tenía planeado, aunque esa no sea la desgracia les cuento que si lo fue cumplir años, porque?? Todavía lo preguntan!! No se leyeron la historia del anticumpleaños, por ahí anda el asunto, cumplir años es tedioso, ese día me pasaron mensajes y correos de los mas ñoños del día, y del año también, y es que para qué putas le tienen que decir a uno feliz cumpleaños, porque simplemente no lo piensan y ya, con eso es suficiente para mi, en realidad no me importa si me lo dicen o no, pero bueno… tampoco delicado, además ya pasó… y que? Voy a llorar? No!!

Bueno el punto es que les comento esto solo para decir que allá cada quien con sus preferencias sexuales (no, eso no es (mi subconsciente)) (hasta ahora se que subconsciente lleva una “s” antes de la “c”) ah si, allá cada quien si le gusta decir o le gusta que le digan “Feliz Cumpleaños” a mi no y tampoco esperen que se los diga… en realidad a quien le importa a mi no… y a ud??


muy importante si voy a hablar del empacho y a dejarlo... subirlo y dejarno no?


ahora si aquí está...

23/3/10

La Tercera Venida

“No sé cómo será la “Segunda Venida”, pero la Tercera
Venida” será con palos y piedras” (Albert…)(Al-bert-gazo”)
Y es que desde tiempos inmemoriales (como yo que tengo
poca memoria), el ser humano (sobre todo el ser humano
masculino)(o menos-culino, como prefieran), ha necesitado
mostrar su hombría, (no sé para qué, si sus hombros se notan
sin esfuerzo)y no pensamos en otra cosa que no sea las veces
que podamos mantener relaciones sexuales durante una
sesión (de sexo) en otras palabras, creemos que las veces
que podamos llegar a “venirnos” en una noche es
directamente proporcional al nivel de “masculinidad” que
poseemos (disculpen si no me expreso bien, pero es que nunca
he podido decir bien eso de proporcional (además no se qué
significa)) es decir, entre más veces nos “vengamos” (no
confundir con “venganza”) mas hombros tenemos…ah, no
perdón “más hombres somos”, yo una vez llegué a las
segunda… y no me hice “más hombres”, sigo siendo yo solo
Y otra cosa, para los que aún no han entendido: ¿porqué lo
llaman “venida”? eventualmente estoy hablando de una
eyaculación (o en su defecto “orgasmo”) porque si, se los
digo por experiencia, también hay orgasmos sin salida
(o sea eyaculación, chorro, regada, o como quieran llamarlo
…venida) ¿“venida” de donde? ¿en qué cabeza cabe que entre
mas “polvos” (porque si, por alguna extraña razón que no
comprendo, los llaman “polvos” a los coitos) echemos en
una noche, más fuertes somos, al contrario: entre más semen
perdemos, más débiles nos ponemos ¿o no?, ahora analicemos
los “polvos” ¿polvo de hornear? ¿o polvos fragantes (talcos?
entre el dialecto significativo del tico existe un maremágnum
de palabras fantásticas para definir el natural acto sexual y
sus derivados, y al parecer a muchos se les llena el “hocico”
(porque “boca” tienen las personas) con términos, no tanto
vulgares, si no incomprensibles (o sea, que no se pueden
“compresionar” ) ejemplo: “-mae, “tunai” me fui pa’ un
“pelón” y me “levanté” una “cabra” (¿?) me la llevé pal
“chante” y le eché tres “polvos”, vieras que “rajado”!
(si, de hecho, que si era una “cabra” debía tenerlo “rajado”)
(si hubiera sido un “cabro”…) me “vine” tres veces, no puedo
creerlo, mae me la “cogí” (¿? otra vez) riquísimo, mae…”-
¿y qué?... al menos yo no veo el motivo para alardear…
pues a lo que entendí: “un tipo sin pelo levantó un animal
de la familia de los caprinos se la llevó para un “chante” (que
no sé qué es eso) le echó tres clases de polvos (de hornear,
talco, y … cal ?) le vio el aparato reproductor, como era
hembra, lo lógico es que lo tenga rajado (que si hubiera sido
cabro…) se fue y volvió tres veces (algún tipo de rito o secreto
de cocina???) y se la “cogió” (aquí no especifica que fue lo que
cogió: un resfrío, un huevo con la puerta…una pulga…)”
la verdad o es que soy tarado, o entre mas escucho habladas
de “paja” entiendo menos nuestro lenguaje, y más cuando
se trata de materia “sexual” en el cual, “nos cogemos”, “nos
levantamos” (cuando lo normal es que nos acostemos)
“nos venimos” (no termina de darme risa), “nos polveamos”
(al mejor estilo del Guasón) y andamos con “cabras” “güilas”
“zorras” (y otras especies de animales) y para terminar los
dejo con la frase original, tergiversada por mí:
“No sé cómo será la “Tercera Guerra Mundial pero la Cuarta
será con palos y piedras” (Albert Einstein), que también dijo:
“Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana,
aunque a veces dudo de la primera”

(Veala pronto en Columna en Decadencia)

9/3/10

La máscara de la muerte roja


La máscara de la muerte roja


Edgar Allan Poe
La "Muerte Roja" había devastado el país durante largo tiempo. Jamás una peste había sido tan fatal y tan espantosa. La sangre era encarnación y su sello: el rojo y el horror de la sangre. Comenzaba con agudos dolores, un vértigo repentino, y luego los poros sangraban y sobrevenía la muerte. Las manchas escarlata en el cuerpo y la cara de la víctima eran el bando de la peste, que la aislaba de toda ayuda y de toda simpatía, y la invasión, progreso y fin de la enfermedad se cumplían en media hora.

Pero el príncipe Próspero era feliz, intrépido y sagaz. Cuando sus dominios quedaron semidespoblados llamó a su lado a mil caballeros y damas de su corte, y se retiró con ellos al seguro encierro de una de sus abadías fortificadas. Era ésta de amplia y magnífica construcción y había sido creada por el excéntrico aunque majestuoso gusto del príncipe. Una sólida y altísima muralla la circundaba. Las puertas de la muralla eran de hierro. Una vez adentro, los cortesanos trajeron fraguas y pesados martillos y soldaron los cerrojos. Habían resuelto no dejar ninguna vía de ingreso o de salida a los súbitos impulsos de la desesperación o del frenesí. La abadía estaba ampliamente aprovisionada. Con precauciones semejantes, los cortesanos podían desafiar el contagio. Que el mundo exterior se las arreglara por su cuenta; entretanto era una locura afligirse. El príncipe había reunido todo lo necesario para los placeres. Había bufones, improvisadores, bailarines y músicos; había hermosura y vino. Todo eso y la seguridad estaban del lado de adentro. Afuera estaba la Muerte Roja.

Al cumplirse el quinto o sexto mes de su reclusión, y cuando la peste hacía los más terribles estragos, el príncipe Próspero ofreció a sus mil amigos un baile de máscaras de la más insólita magnificencia.

Aquella mascarada era un cuadro voluptuoso, pero permitan que antes les describa los salones donde se celebraba. Eran siete -una serie imperial de estancias-. En la mayoría de los palacios, la sucesión de salones forma una larga galería en línea recta, pues las dobles puertas se abren hasta adosarse a las paredes, permitiendo que la vista alcance la totalidad de la galería. Pero aquí se trataba de algo muy distinto, como cabía esperar del amor del príncipe por lo extraño. Las estancias se hallaban dispuestas con tal irregularidad que la visión no podía abarcar más de una a la vez. Cada veinte o treinta metros había un brusco recodo, y en cada uno nacía un nuevo efecto. A derecha e izquierda, en mitad de la pared, una alta y estrecha ventana gótica daba a un corredor cerrado que seguía el contorno de la serie de salones. Las ventanas tenían vitrales cuya coloración variaba con el tono dominante de la decoración del aposento. Si, por ejemplo, la cámara de la extremidad oriental tenía tapicerías azules, vívidamente azules eran sus ventanas. La segunda estancia ostentaba tapicerías y ornamentos purpúreos, y aquí los vitrales eran púrpura. La tercera era enteramente verde, y lo mismo los cristales. La cuarta había sido decorada e iluminada con tono naranja; la quinta, con blanco; la sexta, con violeta. El séptimo aposento aparecía completamente cubierto de colgaduras de terciopelo negro, que abarcaban el techo y la paredes, cayendo en pliegues sobre una alfombra del mismo material y tonalidad. Pero en esta cámara el color de las ventanas no correspondía a la decoración. Los cristales eran escarlata, tenían un color de sangre.

A pesar de la profusión de ornamentos de oro que aparecían aquí y allá o colgaban de los techos, en aquellas siete estancias no había lámparas ni candelabros. Las cámaras no estaban iluminadas con bujías o arañas. Pero en los corredores paralelos a la galería, y opuestos a cada ventana, se alzaban pesados trípodes que sostenían un ígneo brasero cuyos rayos se proyectaban a través de los cristales teñidos e iluminaban brillantemente cada estancia. Producían en esa forma multitud de resplandores tan vivos como fantásticos. Pero en la cámara del poniente, la cámara negra, el fuego que a través de los cristales de color de sangre se derramaba sobre las sombrías colgaduras, producía un efecto terriblemente siniestro, y daba una coloración tan extraña a los rostros de quienes penetraban en ella, que pocos eran lo bastante audaces para poner allí los pies. En este aposento, contra la pared del poniente, se apoyaba un gigantesco reloj de ébano. Su péndulo se balanceaba con un resonar sordo, pesado, monótono; y cuando el minutero había completado su circuito y la hora iba a sonar, de las entrañas de bronce del mecanismo nacía un tañido claro y resonante, lleno de música; mas su tono y su énfasis eran tales que, a cada hora, los músicos de la orquesta se veían obligados a interrumpir momentáneamente su ejecución para escuchar el sonido, y las parejas danzantes cesaban por fuerza sus evoluciones; durante un momento, en aquella alegre sociedad reinaba el desconcierto; y, mientras aún resonaban los tañidos del reloj, era posible observar que los más atolondrados palidecían y los de más edad y reflexión se pasaban la mano por la frente, como si se entregaran a una confusa meditación o a un ensueño. Pero apenas los ecos cesaban del todo, livianas risas nacían en la asamblea; los músicos se miraban entre sí, como sonriendo de su insensata nerviosidad, mientras se prometían en voz baja que el siguiente tañido del reloj no provocaría en ellos una emoción semejante. Mas, al cabo de sesenta y tres mil seiscientos segundos del Tiempo que huye, el reloj daba otra vez la hora, y otra vez nacían el desconcierto, el temblor y la meditación.

Pese a ello, la fiesta era alegre y magnífica. El príncipe tenía gustos singulares. Sus ojos se mostraban especialmente sensibles a los colores y sus efectos. Desdeñaba los caprichos de la mera moda. Sus planes eran audaces y ardientes, sus concepciones brillaban con bárbaro esplendor. Algunos podrían haber creído que estaba loco. Sus cortesanos sentían que no era así. Era necesario oírlo, verlo y tocarlo para tener la seguridad de que no lo estaba. El príncipe se había ocupado personalmente de gran parte de la decoración de las siete salas destinadas a la gran fiesta, su gusto había guiado la elección de los disfraces.

Grotescos eran éstos, a no dudarlo. Reinaba en ellos el brillo, el esplendor, lo picante y lo fantasmagórico. Veíanse figuras de arabesco, con siluetas y atuendos incongruentes, veíanse fantasías delirantes, como las que aman los locos. En verdad, en aquellas siete cámaras se movía, de un lado a otro, una multitud de sueños. Y aquellos sueños se contorsionaban en todas partes, cambiando de color al pasar por los aposentos, y haciendo que la extraña música de la orquesta pareciera el eco de sus pasos.

Mas otra vez tañe el reloj que se alza en el aposento de terciopelo. Por un momento todo queda inmóvil; todo es silencio, salvo la voz del reloj. Los sueños están helados, rígidos en sus posturas. Pero los ecos del tañido se pierden -apenas han durado un instante- y una risa ligera, a medias sofocada, flota tras ellos en su fuga. Otra vez crece la música, viven los sueños, contorsionándose al pasar por las ventanas, por las cuales irrumpen los rayos de los trípodes. Mas en la cámara que da al oeste ninguna máscara se aventura, pues la noche avanza y una luz más roja se filtra por los cristales de color de sangre; aterradora es la tiniebla de las colgaduras negras; y, para aquél cuyo pie se pose en la sombría alfombra, brota del reloj de ébano un ahogado resonar mucho más solemne que los que alcanzan a oír las máscaras entregadas a la lejana alegría de las otras estancias.

Congregábase densa multitud en estas últimas, donde afiebradamente latía el corazón de la vida. Continuaba la fiesta en su torbellino hasta el momento en que comenzaron a oírse los tañidos del reloj anunciando la medianoche. Calló entonces la música, como ya he dicho, y las evoluciones de los que bailaban se interrumpieron; y como antes, se produjo en todo una cesacion angustiosa. Mas esta vez el reloj debía tañer doce campanadas, y quizá por eso ocurrió que los pensamientos invadieron en mayor número las meditaciones de aquellos que reflexionaban entre la multitud entregada a la fiesta. Y quizá también por eso ocurrió que, antes de que los últimos ecos del carrillón se hubieran hundido en el silencio, muchos de los concurrentes tuvieron tiempo para advertir la presencia de una figura enmascarada que hasta entonces no había llamado la atención de nadie. Y, habiendo corrido en un susurro la noticia de aquella nueva presencia, alzóse al final un rumor que expresaba desaprobación, sorpresa y, finalmente, espanto, horror y repugnancia. En una asamblea de fantasmas como la que acabo de describir es de imaginar que una aparición ordinaria no hubiera provocado semejante conmoción. El desenfreno de aquella mascarada no tenía límites, pero la figura en cuestión lo ultrapasaba e iba incluso más allá de lo que el liberal criterio del príncipe toleraba. En el corazón de los más temerarios hay cuerdas que no pueden tocarse sin emoción. Aún el más relajado de los seres, para quien la vida y la muerte son igualmente un juego, sabe que hay cosas con las cuales no se puede jugar. Los concurrentes parecían sentir en lo más hondo que el traje y la apariencia del desconocido no revelaban ni ingenio ni decoro. Su figura, alta y flaca, estaba envuelta de la cabeza a los pies en una mortaja. La máscara que ocultaba el rostro se parecía de tal manera al semblante de un cadáver ya rígido, que el escrutinio más detallado se habría visto en dificultades para descubrir el engaño. Cierto, aquella frenética concurrencia podía tolerar, si no aprobar, semejante disfraz. Pero el enmascarado se había atrevido a asumir las apariencias de la Muerte Roja. Su mortaja estaba salpicada de sangre, y su amplia frente, así como el rostro, aparecían manchados por el horror escarlata.

Cuando los ojos del príncipe Próspero cayeron sobre la espectral imagen (que ahora, con un movimiento lento y solemne como para dar relieve a su papel, se paseaba entre los bailarines), convulsionóse en el primer momento con un estremecimiento de terror o de disgusto; pero inmediatamente su frente enrojeció de rabia.

-¿Quién se atreve -preguntó, con voz ronca, a los cortesanos que lo rodeaban-, quién se atreve a insultarnos con esta burla blasfematoria? ¡Apodérense de él y desenmascárenlo, para que sepamos a quién vamos a ahorcar al alba en las almenas!

Al pronunciar estas palabras, el príncipe Próspero se hallaba en el aposento del este, el aposento azul. Sus acentos resonaron alta y claramente en las siete estancias, pues el príncipe era hombre temerario y robusto, y la música acababa de cesar a una señal de su mano.

Con un grupo de pálidos cortesanos a su lado hallábase el príncipe en el aposento azul. Apenas hubo hablado, los presentes hicieron un movimiento en dirección al intruso, quien, en ese instante, se hallaba a su alcance y se acercaba al príncipe con paso sereno y cuidadoso. Mas la indecible aprensión que la insana apariencia de enmascarado había producido en los cortesanos impidió que nadie alzara la mano para detenerlo; y así, sin impedimentos, pasó éste a un metro del príncipe, y, mientras la vasta concurrencia retrocedía en un solo impulso hasta pegarse a las paredes, siguió andando ininterrumpidamente pero con el mismo y solemne paso que desde el principio lo había distinguido. Y de la cámara azul pasó la púrpura, de la púrpura a la verde, de la verde a la anaranjada, desde ésta a la blanca y de allí, a la violeta antes de que nadie se hubiera decidido a detenerlo. Mas entonces el príncipe Próspero, enloquecido por la ira y la vergüenza de su momentánea cobardía, se lanzó a la carrera a través de los seis aposentos, sin que nadie lo siguiera por el mortal terror que a todos paralizaba. Puñal en mano, acercóse impetuosamente hasta llegar a tres o cuatro pasos de la figura, que seguía alejándose, cuando ésta, al alcanzar el extremo del aposento de terciopelo, se volvió de golpe y enfrentó a su perseguidor. Oyóse un agudo grito, mientras el puñal caía resplandeciente sobre la negra alfombra, y el príncipe Próspero se desplomaba muerto. Poseídos por el terrible coraje de la desesperación, numerosas máscaras se lanzaron al aposento negro; pero, al apoderarse del desconocido, cuya alta figura permanecía erecta e inmóvil a la sombra del reloj de ébano, retrocedieron con inexpresable horror al descubrir que el sudario y la máscara cadavérica que con tanta rudeza habían aferrado no contenían ninguna figura tangible.

Y entonces reconocieron la presencia de la Muerte Roja. Había venido como un ladrón en la noche. Y uno por uno cayeron los convidados en las salas de orgía manchadas de sangre y cada uno murió en la desesperada actitud de su caida. Y la vida del reloj de ébano se apagó con la del último de aquellos alegres seres. Y las llamas de los trípodes expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo

6/3/10

analisis de fin de semana

ya que era un tiempo dificil (y lo sigue siendo) los días se ven más negros de lo normal y con negros me refiero a grises, o crudos o de esos días que solo dan ganas de morir, en estos tiempos el mundo se torna más aburrido, se torna no triste porque la tristeza se puede pintar de lo que uno quiera, pero el día si se vuelve ácido, uno se vuelve ácido y es que... Cómo no? los años pasan y todo empeora, tampoco es que quiera que mejoren pero que se mantengan, así se podrá mantener mi estado de ánimo que en estos tiempos anda como las placas tectónicas de latinoamérica (ke toke de comparación) ya que con tanto "socollón" el mundo se estremece y así soy yo, en estos tiempos en los que el mundo se menea y sacude me meneo yo pero no logro sacudirme (las pulgas??) no me puedo sacudir o capear las envestidas del mundo que indiferente avanza por la vida, aniquilando a todo aquel incauto que inadvertido se le cruza en el camino, y así soy yo, solo un incauto que se cruza en el camino... pero bueno hoy no se trata de mi (o si pero de otra manera)el punto de hoy es la gente y como no se atreven a abrir los ojos y ver que el mundo solo nos lleva para abajo, nos quiere sacar de la superficie y así deberá ser, pero luego les cuento porque acabo de escribr un gran blog y "lo sentimos pero el sistema no pudo llevar a cabo su petición" eso quiere decir que ahora el mundo apesta mas y ya me largo...