5/11/13

El ensayo de la muerte

Un nuevo año pasa, un nuevo libro leído, una vida propia a veces, a veces se me antoja ajena, fuera de mí, un rumbo perdido, un año transcurrido y escurrido por entre los dedos, páginas pasan, páginas se borran y no vuelven, vidas se pierden, vidas se arrebatan, vidas se gastan, se quitan, se distorsionan, se desperdician, vidas continúan.
Trato de calificar mi propia vida, de ver donde se encuentra, de encontrarme a mí mismo, de encontrar la vida de otros, sin embargo todo se pierde, me pierdo, apesto a muerte, apesto a vida, a ciénega, a borracho y a desastre, despierto en medio de la noche bañado en sudor, agarrando mis rodillas con fuerza, apretándolas contra mi pecho, no sé que pasó, sólo sé que ya no soy yo, quiero gritar pero alguien sostiene una mano contra mi boca, me impide gritar, a duras penas logro respirar a través de un pequeño orificio entre sus dedos, pero al soltar mis rodillas y tocar mi cara me doy cuenta de que he sido yo mismo quien me he querido ahogar de nuevo, mi mente me juega tretas como esta frecuentemente.

Enciendo un cigarro, cierro los ojos y vuelvo a apretar las rodillas contra mi pecho, sosteniendo el cigarro solo con los labios, así se acaba sin darle una bocanada, la ceniza cae en mi cuello y camisa, hasta las orejas se me han llenado de ceniza, no es la primera vez que me sucede, tiro la colilla del cigarro, y me levanto, un nuevo libro que dice hablar de lo más oscuro, cruel terrorífico y retorcido de la mente humana me hará compañía en las próximas noches, con suerte sean solo un par, con suerte y nunca lo termine.

Todo vuelve a iniciar, después de unas cuantas páginas me doy cuenta de que no he prestado atención a una sola palabra de lo leído, y es ahí donde caigo en la sin razón, en la duda, pensamientos van y vienen, los minutos pasan, y el sueño parece escaparse de nuevo, siento frío y me cobijo, solo para sentir el bochorno de las cobijas, mi propio calor, mi propia desventura me hace descobijarme de nuevo, con el televisor apagado, solamente una pequeña lámpara encendida me acompaña, sin embargo su luz parece ser invisible, la oscuridad se ha apoderado nuevamente de mi habitación, llevo varias noches sin dormir, varios días durmiendo hasta avanzado el día, un día más desperdiciado…

De nuevo el calor del día me trae a la vida, me devuelve mi ser, mis ganas de hacer algo diferente hoy, sin embargo abro el nuevo libro y por segunda vez lo comienzo a leer, para detenerme unas horas después, pensando en qué hoy tampoco habrá cambios, lo cual da cabida a un nuevo pensamiento, aun no sé cuáles cambios son los que estoy esperando. La palabra muerte ronda mi cabeza a diario, la música, la lectura y los noticiarios hacen que sea una de las palabras que más se me cruzan por la mente, lamentando estos hechos veo como todo el pasado, los sueños de niño, las añoranzas de adolescente se convierten en pesadillas de la adultez.

Me pregunto diariamente ¿qué me motiva a seguir viviendo?, a veces pareciera que toda la motivación es que el aire es gratis, puedo respirar cuanto quiera y por tanto seguir con vida,  seguir en este hoyo que malamente he llamado hogar, casi un nido de ratas, con olor a cigarro y café. Algunas veces veo en la cara de otros la hipocresía, como mienten en nuestras caras, como la ignorancia nos invade, y que nuevamente nos quieren ver la cara de tontos, políticos disfrazados de maestros de obras, disfrazados de peones, de doctores, disfrazados de humanos. Apegados a estilos de vida, a corbatas que apretadas en ese cuello, ocultan una maraña de intereses propios, una vida alejada de la vida, de nuestra vida. 

Es en estos momentos cuando más me pregunto cuál es la verdadera razón de querer seguir con esta parodia de vida, con este remedo de sociedad y más la saciedad de suciedad me impide obtener una respuesta coherente, o al menos satisfactoria, al parecer no la hay. Esto solamente me lleva a preguntarme más y más situaciones, más quejas afloran en mi atrofiado, confundido y mal usado cerebro, ¿por qué seguir con esta farsa de vida? ¿Por qué  seguir tratando de querer conseguir amor, obtener cariño y sentirse vivo? Tan simple es la respuesta como innecesaria la pregunta, el afecto de otros nos hace sentir vivos, no desear morir, alimentar ese miedo a la muerte, el apego a la vida, que por más sufrida que nos surja, la apreciamos, no queremos dejarla ir, aunque en mi caso la mayor parte la he desperdiciado, la he dejado ir.

Por otro lado me lleno de insatisfacción al darme cuenta de que el desamor me hace sentir más vivo, me pone los pies sobre la fría tierra, y me trae a la vida nuevamente, aunque la vida misma no sea más que una muerte lenta.

La muerte da cabida al dolor, al sufrimiento y sin darnos cuenta da sitio a la vida misma, no es otra cosa que una transición para los que aun vivimos esa muerte, seres queridos se pierden en lapidarios sollozos, con sabor a abandono, sin embargo esto no es más que un egoísmo que nos acompaña a todos, que nos llena la vida, al querer tener para siempre a nuestro lado a aquellos que en vida sufren, que por dentro se queman y mueren en cada bocanada de aire, no vemos nunca lo que otras personas quieren, no dejamos partir a los que quieren morir, no dejamos ir a los que quieren largarse, todo por no darnos cuenta que la vida está compuesta por un ir y venir, hay quienes nos hacen compañía por un tiempo y sin darnos cuenta nos adueñamos de esa vida, nos la queremos quedar para siempre, no vemos intereses ajenos, sino deseos propios.

Científicos locos luchan por mantener con vida a aquellos que nos aferramos a la vida, todo por saber como será este mundo dentro de 150 años, como serán los nietos de nuestros hijos, todo porque desde ya sabemos que no llegaremos con vida a ver esas generaciones, lo sabemos porque sabemos quiénes somos, aunque no lo queramos reconocer, somos cerdos disfrazados, queremos hacerlo todo, tenerlo todo, probarlo todo, con miedo por límite, gracias al miedo, gracias por impedirnos actuar más estúpido aun. El miedo a morir, sabemos que somos simples humanos mortales dispuestos a cumplir un ciclo bastante básico, ciclo al cual le añadimos tareas, quehaceres, deberes y metas por cumplir, el miedo a no cumplirlas nos mantiene al margen del peligro, el peligro de disfrutar la vida, preferimos llenarnos de deseos que llenarnos de vida, pero por el contrario, en vez de llenarnos de vida nos llenamos de muerte. Gastamos cada segundo pensando como será el siguiente, así transcurren las horas, los días, las vidas.

La vida no es más que una muerte engañada, una vida engañada. A cada segundo que pasa queremos engañarnos nosotros mismos pensando que estamos viviendo, cuando no hacemos más que morir, no hemos nacido aun cuando ya han llenado nuestras inexistentes vidas de muerte.

Pero la muerte no es separar cuerpo del alma (suponiendo que exista el alma), morir no es dejar de respirar, morir no es alejarnos de nuestros seres más preciados, dejarlos ir, morir es ser olvidado al igual que ser mal recordado, morir es dejar de disfrutar la vida, sufrir y llorar por nada, cerrar nuestros ojos, dejar por la mitad ese libro, no saber tomar decisiones, eso es morir, caminar cuando debemos correr, llorar cuando no hay motivo, cegarnos es morir, no hay peor ciego (muerto) que el que no quiere ver, al igual que aquel que no se deja ver, que se esconde en su pasado como impostor viajero del tiempo, no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que no abrimos los ojos, vemos la muerte disfrazada de vida, salimos del letargo, dejamos la catalepsia fingida y dejamos de arrinconarnos en el pasado, en sentimientos ajenos y pasajeros que nunca fueron en realidad, dejamos de compararnos unos a otros y exigirnos unos a otros, de pelear, de querer arrebatar algo que no nos pertenece, de robar sueños y de soñar despiertos para vivir con los ojos bien abiertos, con nuestros ojos bien abiertos, justo cuando dejamos de querer quitar la venda de los ojos del prójimo, cuando nos damos cuenta que aunque intentemos quitarle las manos que tapan esos ojos y ocultan la realidad, realidad que no es, ya que mi realidad no es tu realidad, mis ojos no ven lo que ven tus ojos, ya que sufro de otro tipo de ceguera.

Solo viviremos cuando empecemos a disfrutar nuestra propia muerte y dejemos de sufrir la vida de otros…

Moe dame otro trago que ya estoy muy borracho y quiero estarlo más aun.

3 comentarios:

  1. letras tomadas y pensamientos sobrios, salud!

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  2. alguna vez en una serie escuché que una persona no quería ser famosa, ni rica, ni estatua, ni símbolo, apenas quería que cuando la vieran por la calle, se dieran cuenta de que existía

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  3. Gracias por los comentarios andresoy, cada quien tiene que darse cuenta de su propia existencia

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ya te lo apruebo, no desesperes...